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  1. 1.- Capítulo.

    Explícame otra vez ¿Por qué mierda estoy aquí?- Pregunta Connor con su ya muy conocida voz seria y aprieta, desconfiadamente, el botón de la alarma de su recién nuevo  Ferrari Dino. Patrick, que aprieta la alarma de su Hummer, le da una palmada en la espalda y se carcajea al ver la cara de estrés de su amigo.

    Porque vives, comes, duermes y… te chaqueteas pensando en el trabajo, Connor. Tus millones no se van a ir solo porque salgas algunas horas. Esto es divertido ¡No veníamos a uno de estos desde que teníamos diecisiete! Contesta y sus ojos son iluminados por una luz parpadeante verde. Connor niega con la cabeza y se golpea mentalmente por haber aceptado esto.

    Mierda…

    ¿En qué momento se le ocurrió que esto sería divertido?

    ¿Qué pensará Monique de que… ¡PATRICK! La mano de Connor va directa hacia la nuca de su amigo y la golpea. Patrick, el cual estaba desvistiendo con la mirada a un grupo de chicas que habían pasado a un lado de él, sacudió la cabeza.

    ¿Qué pensará Monique de qué, Connor?- Murmura, serio-, Ella está con su “Jackson-Ódienme-Porque-Soy-Un-Junior-Hijo-De-Papi-Wolfgan”, ¡Me dejó por ese imbécil!, ¿Qué mierda se supone que haga?, El hecho de que tú la conozcas desde antes que le salieran senos y sean mejores amigos no quiere decir que yo, de todos los “Súper-Mosqueteros-Amigos-De-Connor” Tenga que tenerle respeto.

    Y era cierto, Monique había cometido el error más grande de la vida al haber dejado a su amigo por aquél idiota, pero Connor era conocido por no meterse en asuntos que no tenían absolutamente nada que ver con él, por lo cual, cuando sus dos mejores amigos terminaron su relación él se guardó todos sus comentarios.

    Aunque eso  no quería decir que no pensara que los dos eran unos imbéciles.

    Pero tal vez… Contestó Connor, pero su amigo lo cortó con un movimiento de la mano.

    Pero tal vez N-A-D-A. En la gala de tu mamá intente hablar con ella y me ignoró. Ni siquiera me saludó. Ya estoy harto, Connor. Por favor… sólo déjame divertirme hoy. Necesito salir de este maldito hoyo Y, por el tono de su amigo, el ojiverde decidió dejarlo pasar.

    Cierto era que esa relación había ido de mal en peor desde un principio. Patrick era un alma libre. Si bien era sabido era uno de los hijos de los hombres más importantes y adinerados del país, y su trabajo como CEO en la compañía de su padre le daba más dinero que, junto a su herencia, jamás lograría gastar del todo.

    Monique Marshal… ella era otro tema. Hija de otra de las familias del mismo círculo, Monique, o "Mimi" para los amigos, vivía rodeada de superficialidad. Se dejaba regir por lo que sus padres decidiesen y, si por ella fuese, jamás hablaría con un pobre, el cual no era el caso de Patrick. Cuando tenía 21 se había ido un año a África de voluntario, ya que su padre lo había mandado como castigo. En cuanto piso ese continente jamás volvió a ver la vida de la misma manera. Desde ese momento para él todos fueron iguales… y valía más una persona que era original, que no temía ser él mismo, a una persona que tenía que cubrir su verdadero YO porque la situación o su círculo social lo necesitaba.

    Al final, esto y que Mimi no hubiese querido cambiar su actitud fue lo que terminó destruyendo su relación.

    Connor suspira y sigue a su amigo. A su alrededor hay gente, demasiada. Las luces titilantes son verdes y, algunas veces, alumbran sus rostros. La música y el típico “BUM-BUM” de la música electrónica se mezcla junto con las platicas y gritos de los que se encuentran a su alrededor, haciendo un sonido desquiciado… agudo, estresante.

    Connor no entendía cómo era que había llegado a parar ahí. Es decir, su amigo dijo “Fiesta” Jamás especifico que esa dicha "Fiesta” estaría rodeado de muchas personas que estarían bajo los efectos de uno que otro estupefaciente  y que la música era repetitivamente aburrida.

    Y claro, no era que él no lo hubiese hecho a la edad de diecisiete, pero teniendo en cuenta todo lo que había pasado desde esa época, ahora ya hasta se sentía como un abuelo.

    Llegaron al centro de lo que parecía ser “El lugar” y Patrick, con todo y su sonrisa con hoyuelos y sus gigantes y enigmáticos ojos grises comenzó a bailar al son de la música. Connor lo observaba curioso. Había visto bailar a su amigo muchísimas veces más en lugares parecidos a este, pero… eso había sido cuando tenían diecisiete y, obviamente el tiempo no le había hecho justicia, seguía teniendo los mismos movimientos estúpidos.

    Bum, Bam, Bum, Bam, Bum, Bam…

    Y más luces  verdes y otras muchas de muchísimos colores. Y el alcohol pasando a su alrededor, al igual que las drogas: Éxtasis, cocaína, metanfetaminas, crack, tachas, ácidos, y mil y unas más. Recordó aquella película de Trasppoting y estuvo completamente seguro de que si por los afectados fuese, inhalarían vitamina C si estuviese prohibida.

    Bum, Bam, Bum, Bam, Bum, Bam...

    Un baile estúpido y de nuevo el zumbido en su cabeza…

    Más gente y el lugar se encierra más. Connor intenta moverse, aunque sea un poco… aunque sea para entender más la música que ahora le llena los oídos y le oprime el pecho. Lo consigue, sus manos se mueven al compás del “Bam, bum, bam” y se ambienta. Imágenes de cuando tenía diecisiete le llenan la mente y quiere regresar a esa época. En la que todo era fácil, en la que todo era tranquilo. En la que podía meterse una tacha sin problema a que lo jodiesen luego. De pronto el calor se hace presente y termina por quitarse el sweater que le abrazaba el torso y amarrárselo a la cadera.

    Pasan horas, o minutos. Realmente nadie lo sabe porque dentro de ahí todo es lo mismo… todo el tiempo.


    Un mesero se acerca y pregunta si les puede ofrecer algo. Pide agua para él y para Patrick que parece perdido en la inmensidad del lugar, o más bien perdido en los ojos de una morena realmente sexy que bailaba sensualmente frente a él. 


    Connor sabe lo que sucederá a continuación y se dispone a verlo. Conoce todas y cada una de las tácticas de Patrick para flirtear con una mujer. Inclusive, si quisiera, podría hacer un manual. Las tácticas de los dos eran las mismas, las habían perfeccionado con el paso de los años, pero las habían inventado cuando al cumplir sus dieciséis años las mujeres empezaron a llamarles la atención.


    Si él pudiese hacer un libro al respecto, iría algo así:

    Manual para el flirteo 2.1
    Por Patrick Acker & Connor Blake
    1.- Obsérvala a los ojos lo suficiente para saber que estás interesado pero no demasiado como para parecer un acosador.

    2.- Baila… muévete. Las mujeres odian a los hombres que se quedan inmóviles.

    *2.1* Si no sabes bailar y piensas que harás el ridículo, solamente mueve los pies de un lado al otro. Ellas entenderán el mensaje.

    3.- Cómprale un trago, pero no se lo entregues tú. Dale una propina de 10 dólares al mesero y que él lo entregue. De: El hombre del bar. Para: La señorita con los ojos más bellos.

    4.- Una vez que ella se haya dado cuenta que tú eres ése hombre y que, por tu lenguaje corporal, estas dispuesto a tirártele encima, casualmente, invítala a bailar. No le mires el escote, obsérvala a la cara. A las mujeres les disgusta el típico idiota que sólo observa sus senos/trasero y no la mira a los ojos.

    5.- Platica, pero no caigas en lo aburrido. Prohibido: Política, Iglesia Y/O temas parecidos a la misma índole. Quieres acostarte con ella, no darle clases de historia.

    *5.1* Se permiten fantasías estilo “colegiala” pero ahórratelas para cuando ella esté debajo de ti y tú con TU boca en SU escote.

    6.- Después de los siguientes dos bailes hazle saber, casualmente, que tu departamento está por la misma zona.

    *Clausula oficial* Obviamente se sabe que tu departamento no está en la zona porque vives en el barrio más caro de la ciudad. Pero, ella no tiene porque enterarse, digamos que su atención irá fijada en cosas de más importancia. Un ejemplo: Tus pantalones.

    7.- Terminando la cuarta canción haces presente que es muy tarde y fue una encantadora velada.

    *OJO* Solamente harás este paso si anteriormente estás completa y totalmente seguro que tienes toda su atención y que ya sintió la erección que está en tu entrepierna y NO LE ASUSTÓ. De otra manera… corre, lo necesitaras.

    8.- Ella sonríe, tu le agradas y lo sabes. Ella hace una insinuación lo bastante suave y tú no corres por el auto o la jalas, no. Tranquilo, a las mujeres les gustan los hombres que toman el control.

    9.- Sales del bar, buscas al Ballet Parking y le das una gran propina porque te sientes generoso. Subes al auto y ella se lanza a tu cuello.

    10.- Completado. Ahora… disfruta.

    *NOTA DE IMPORTANCIA* Este manual se aplica a distintas situaciones. Las bases son las mismas.

    Patrick claramente a penas va en la fase uno, pero Connor sabe que no falta demasiado para que su amigo abandone el lugar con la morena que ahora, sin necesidad de trago, se ha acercado.

    Connor sonríe y toma las botellas que el mesero le está dando. Le avienta una a su amigo, le cierra el ojo y se encamina hacia el baño. Ya habrá oportunidad para contarle qué sucedió con la mujer que ahora tenía su espalda pegada a su torso.

    Se felicita por haber traído su auto. No quería que volviese a suceder como aquella vez en la que Patrick le abandonó en México y...

    Mierda. No quería recordar eso. Había sido uno de los viajes más bizarros de su existencia.

    Dispersa su atención hacia otros lados. Le agrada ver que al menos ya se está divirtiendo. El trabajo últimamente lo ha tenido completamente loco. Había heredado la compañía de su abuelo, la cual era una de las más importantes a nivel mundial con respecto al mercado de valores. Era un CEO a sus 26 años, un hombre maduro que tenía el dinero de la mitad de USA. En toda su vida solamente había tenido cuatro relaciones serias, lo demás eran revolcones constantes. Diarios, para ser exactos.

    No podía contar con exactitud la cantidad de mujeres que habían estado en su cama, había olvidado el número cuando cumplió 20. En SU mundo, desde pequeño, le habían enseñado que al final todos caían por una cosa.


    Todos caían por ese pequeño pedazo de papel verde que tenía la cara de Abraham Lincoln.

    Él era como la mafia y el dinero era como sus secuaces.  Cada vez que rostros nuevos desfilaban por el Pent House de Connor él se sentía complacido. Todos en éste mundo eran igual. Les enseñabas un poco de billetes frescos y... meh.


    Sin quererlo caían en su juego. Connor sabía exáctamente bien que cada vez que decía su nombre, mil puertas más en éste mundo se le habrían.


    Y las mujeres... Dios. Las mujeres eran un bonus extra y claro, el dinero había sido parte importante de ello. Obviamente no dudaba de su carisma como hombre, de su cuerpo, de su mente… pero las cuestiones mentales salían sobrando cuando las llevaba al orgasmo y caían agotadas contra su escultural pecho.

    El dinero, para él, gobernaba al mundo. Y, dado que Connor estaba en el top cinco de los personajes más adinerados de la historia, él gobernaba todo. Todo lo que él quería, todo lo que él deseaba…

    Completamente todo.

    Su pasatiempo predilecto era jugar. Jugaba con todo a su alrededor. Su familia, su casa, su empleo… pero lo que más amaba jugar era con las mujeres. Ilusionarlas, decir quererlas, follarlas, dejarlas.

    ¿Qué mejor remedio para un “corazón supuestamente roto” que otro corazón nuevo?

    Él era como un vampiro: chupaba todo lo que él quería, lo secaba… y al final, se iba. Buscaba una nueva presa y volvía a comenzar. Su diversión única. Jamás la cambiaría.

    Sigue caminando tranquilo, la música retumbándole en los oídos y él sonriendo porque se estaba divirtiendo. La gente a su alrededor no le tomaba importancia, ni él a ellos. Todos estaban en su propia burbuja, a nadie le interesaba nada que sucediera a su alrededor.

    Connor abre su botella y bebe de ella mientras sigue caminando y observando, pero, algo lo detiene al instante.

    Algo… o más bien alguien que esta algunos metros frente a él.

    Sus ojos verdes observan con fiereza a la mujer que está enfrente.

    Su cabello rubio cae por su espalda, su cabeza echada para atrás con los ojos cerrados. Un pequeño arete brilla en su nariz. Se mueve al compás de la música, sus manos levantadas. Sus pantalones a la cadera demasiado bajos dejan a la vista una pequeña parte de piel cremosamente blanca. Su sudadera blanca tapa sus brazos y escote. Tiene colgada una mochila de Hello Kitty y, por alguna razón, Connor se enternece.

    Y sigue con sus movimientos. Cadera, Manos, Cadera, Trasero, Hombros, Manos… Una y otra vez, pero jamás abre los ojos. Parece perdida en su propio mundo, en su propio viaje.

    Y el calor se hace más fuerte, Connor la observa fascinado. Los rasgos de la chica son de niña, pero hay algo en ellos que no la hace ver inocente. Su piel parece verde por las luces que los alumbran y ella sigue moviéndose, no importándole nada.

    Observa como su boca se abre lentamente, y él quiere estar ahí. Quiere oler ese aliento. ¿Será dulce? ¿Será ácido? ¿Será perfecto tal y como él lo imaginaba?

    Y la música sigue, y el cuerpo se mueve. Ella baila, él la observa sin que se dé cuenta. ¿Cuánto tiempo? No lo sabe, no le interesa. Ella tiene toda su atención. Era como ver una obra de arte… ella era simple e increíblemente perfecta en su imperfección.

    Bum, bam, bum, bam, bum, bam, bum…

    Connor siente que todo en su cuerpo crece, todo… inclusive su entrepierna. Quiere llegar, arrancarle la ropa y hacerla suya, no importándole que los millares de personas presentes lo pudiesen ver. Quería hacerla suya… arrancarle la vida, destrozarle el corazón. Y con su sangre hacer una canción.

    Y justo en el ultimo *CABUM* algo sucede.

    Una mano toma el brazo de SU pequeño demonio y la jala con rudeza. Connor desvía la mirada hacia el dueño de esa mano y se encuentra con un hombre del tamaño de Patrick, quien observa con desprecio a su pequeño pedacito de infierno personal.

    Los rasgos de Connor se hacen fieros ¿Por qué la toca? ¿Por qué le grita? ¿Por qué ahora intenta pegarle?
    Él, ese hombre… quiere lastimar a SU demonio. ¿¡QUÉ MIERDA LE PASA!?

    Connor no piensa en ese momento, sólo actúa. Siente que una fuerza, combinada con la adrenalina que combinada con la música y ese éxtasis profundo en el cual su demonio lo ha inducido, le cubren el cuerpo. Se abalanza contra la espalda del hombre que ahora tiene sus dos manos gigantes agarrando fuertemente los brazos de la frágil pequeña que tiene enfrente.

    Los puños de Connor se impactan contra los costados del gigante y una patada en el estomago lo manda directamente al piso y se siente completa y totalmente bien.

    Todos a su alrededor parecen haber salido de su burbuja y darse cuenta de lo que sucede. El gigante avienta un golpe seco hacia una de las piernas de Connor pero, por más que eso duela, no se deja caer. Toma a SU demonio infernal, le da otra patada a lo que ahora es un gigante en un intento desesperado por levantarse y sale de ahí casi arrastrando a la pequeña que pelea entre sus brazos.

    Corre, y corre, y corre y la música sigue, y sigue, y sigue y el intenta, e intenta, e intenta. Golpea gente, avienta brazos, toma a la pequeña de nuevo entre sus manos. Y camina de nuevo y siente que lo persiguen, pero no se detiene a ver quién. Sabe que es cuestión de tiempo para que los encuentren y solo tienen una oportunidad.

    Por fin encuentran la entrada, el aire frío de la noche les golpea el rostro a los dos. Connor arrastra a su demonio hacia su auto. No le importa cómo se llama, no le importa quién es, no le importa si vino o no con alguien. Pero primero muerto antes que dejarla a merced de ese maldito y estúpido gigante.

    Le quita la alarma a su Ferrari, mete a la chiquilla en el auto, la cual está complétamente perdida. Corre hacia el otro lado, se mete al asiento del piloto, enciende el auto y arranca. El Ferrari ruge y acelera. Sale a toda velocidad del gran estacionamiento y pronto los dos se ven en la carretera.

    Respiraciones pesadas inundan el auto, el olor a hierba y sudor humano también. Es desagradable pero por el momento no importa, lo único que importa es que están a salvo y nadie los persigue.

    Connor observa por primera vez a la pequeña que está a su lado, tiesa. Su cabello sigue cayendo por sus costados, mochila de Hello Kitty sigue colgado en su pecho, su piel sigue siendo pálida pero ahora con un suave color carmín. Lo único diferente son sus ojos.

    ¿Quién eres? Pregunta ella con voz tintineante.

    —Connor Contesta él y graba en su memoria el canto de su demonio.

    Soy Skylar. Mucho gusto, Connor- Y en ese momento se gira y observa al hombre que tiene a su lado.

    Connor abre los ojos al encontrarse con su mirada y el aire deja de golpe su cuerpo.

    Sus ojos… sus ojos no tienen color. Sus ojos están completamente negros, no hay atisbos de azul, ni de gris… ¿Sus ojos? ¿Qué le sucede a sus ojos? 

    Si no fuese un hereje, diría que ella sí es un demonio hermosamente perfecto.

    Skylar lo observa con una sonrisita cínica y su boca se abre para murmurar.

    Booh Susurra suavemente y Connor, con todo y sus 80 kilos, salta en su asiento.

    ¿Qué mierda fue eso?

    Skylar, por su parte, se ataca de la risa y se toma de los costados porque esto es DEMASIADO GRACIOSO.

    No te preocupes, no muerdo Contesta con una sonrisa.—. Digo, a menos que quieras.

    Connor niega con la cabeza ¿En qué momento esto le pareció una buena idea?

    Entonces, Connor, ¿Hacia dónde vamos? Pregunta ella acomodándose en el confortable asiento de cuero y cerrando los ojos.

    Mi PentHouse. ¿Por qué tus ojos están tan negros? Contesta él poniendo toda su atención en el camino.

    Cocaína. ¿Por qué a tu “Pent house”?

    Porque dudo que quieras que te lleve de regreso para que tu amigo el gigante te golpee. ¿Sabías que la cocaína es mala?

    Gracias, papá. Estoy consciente de eso. Y no… no deseo regresar. Me gusta tu auto.

    De nada. Lo sabía  y a mí también me gusta, por eso lo compré.

    Y después de ese raro intercambio de palabras los dos se echan a reír. Ella porque piensa que realmente es gracioso que él no la conozca y la proteja o algo así y él porque encuentra encantador el sentido de humor de su maldito demonio infernal.

    Connor acelera, el Ferrari vuelve a rugir y Skylar sonríe.

    Los dos observan la luna, frente a ellos, y es hermosa.

    Ella canturrea una canción por lo bajo y él escucha, hechizado. Es hermosa, su voz es hermosa.

    Todo es un sueño.

    -I saw a UFO and nobody believes me…- Canturrea ella al son de la música en la radio y sonríe.

    Y su sonrisa diabólicamente cínica manda escalofríos por la espalda del hombre que se sienta a su lado.
    Y él sonríe de regreso… porque comienza a acostumbrarse a esta sensación. Y le encanta.

    ... El problema era que ninguno de los dos sabrían cuánto.

    Cause the lights, were shining ever so bright 
    In my hand there's a pulse of my beating heart 
    Biting my tongue there's a plastic man on the telephone.












  2. 6 comentarios:

    1. :') Bueno, qué más que decirte que TE AMO por volver a publicar a mi droga personal♥ ;) Como siempre, morderé mis uñas hasta el próximo capitulo. :B
      P.D.: Lamento no haber comentado los anteriores, my mistake... :(

    2. Verota dijo...

      Ya estoy por acá... me alegra que hayas decidido publicarla porque es una historia muy atrapante y dolorosa al mismo tiempo.

      Espero con ansias lo siguiente...

      Nos leemos

    3. Iii dijo...

      Ay me encanta este cap, presiento que me las sufriré de nuevo con estos dos, pero Dios, amo a Connot y Slykar (por cierto que genial el nombre de ella)

      Esta hisotoria es fuerte, lo sé, pero no sabes las ansias que tengo de leerla completa, y te felicito que hayas decidido a intentarlo.

      Un beso

    4. Iii dijo...

      Era Skylar! XD

    5. bellybellsn dijo...

      habia olvidado lo hermoso que escribes :3
      ame el nombre de la chica, suena exotico y chance raro jajaja
      un beso :)

    6. rosi dijo...

      Me a ecantado!!! la parte del manual me a causado gracia... y esa monique presiento que no me va gustar!!! skyler que nombre raro pero me gusta es la 2 vez que lo siento nombrar...

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